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Y al final el Apéndice servía para algo...

Millones de operados de apendicitis que viven perfectamente sin ese órgano atestiguan la tan difundida teoría que varias generaciones de médicos predicaron acerca de que el apéndice no sirve para nada. Sin embargo, ahora un grupo de especialistas descubrió que más allá en el tiempo el apéndice tuvo una función.

“El apéndice funcionaba como una especie de reservorio de bacterias que el organismo necesita imperiosamente tener en su interior para poder estar saludable”, sostiene el estudio realizado por un grupo de profesionales médicos de la Universidad de Duke publicado en la revista científica "Journal of Theoretical Biology".


Los especialistas partieron de la base de que convivimos con millones y millones de diversas familias de bacterias benéficas, que nos ayudan a la digestión de los alimentos y que habitan nuestros intestinos.

El problema es que tras algunas infecciones, como diarreas muy fuertes, esa población de bacterias necesarias podía reducirse provocando que la persona que ya no las tenía en su interior termine muriendo de desnutrición.

Y en ese momento el apéndice comenzaba trabajar ya que funcionaba como reservorio de bacterias saludables que una vez pasada la diarrea se expandía y repoblaba el intestino para volver a lograr el saludable equilibrio biológico de la normalidad, según los investigadores.

Por su parte, el médico clínico Natalio Daitch sostiene que “para los médicos clínicos el apéndice está más ligado a patologías que a algún beneficio. Pero no descartamos que en su pasado haya tenido la función de retroalimentar de bacterias saludables al organismo. Partes del cuerpo no tienen función aparente, como es este el caso, pero quizás en otro tiempo hayan tenido alguna función específica. O bien, que su función sea, en el caso del apéndice, inflamarse para ser extirpado”.

Pero el estudio publicado no termina allí. Los médicos William Parker y Randal Bollinger, fueron un paso más adelante, todavía: "nuestros estudios indican que el sistema inmune del cuerpo no sólo no ataca a las bacterias benéficas, sino que también protege sus colonias y las alimenta. Así, protegiendo a las “buenas” bacterias que habitan a lo largo de las paredes internas del intestino, disminuyen las posibilidad de que las malas y/o peligrosas logren hacerse fuertes y desaten una infección peligrosa”, sostuvo Parker.




La hipótesis que manejan los especialistas es que en las sociedades primitivas, cuando no existía la medicina tal como ahora, ni la higiene o el agua potable para grandes cantidades de personas, estas infecciones y diarreas que “vaciaban” al intestino de sus parásitos benefactores eran muy comunes. Y por eso, se necesitaba luego que salieran las reservas desde el refugio del apéndice para volver a ocupar su lugar en el intestino.

No obstante, en la actualidad el apéndice ya no es imprescindible porque las infecciones se controlan antes de que lleguen a causar un gran deterioro en nuestra fauna interior y –además- porque con medicamentos y cultivos es posible “replantar” la fauna bacteriana en forma inmediata.

Y lo que es más, en la práctica clínica “el apéndice quedó relegado a su papel relacionado con la peritonitis y apendicitis, situaciones que desembocan en la extirpación del apéndice para que no de mayores complicaciones. De hecho, existen cirugías quirúrgicas preventivas. En la actualidad, no es un órgano vital”, explicó Daitch.

La teoría esbozada por los académicos coincide con que la remoción del apéndice no tiene efectos negativos discernibles en la salud de las personas.








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